Hoy escribo sobre Lucho Heysen, amigo a quien recordaré siempre con cariño y admiración y con quien siempre fue un placer trabajar. Las relaciones entre el MEF y el Congreso son muy estrechas y es allí donde el trabajo, muchas veces tenso, te permite conocer a las personas, y sobre todo crear vínculos de trabajo que te llevan a experiencias muy enriquecedoras. Se conoce gente de todos los partidos políticos, con ideas diferentes sobre las cosas que tienen mucho que ver con las experiencias de cada quien y con los temas que buscan tratar en el Parlamento. El trabajo con el Congreso, a pesar de lo que piensan muchos, puede ser muy estimulante y se puede aprender de gente como Heysen, con quien se crearon vínculos sólidos de confianza que son los que permiten que entre funcionarios públicos se pueda hacer un trabajo a favor de los peruanos.Lucho era una persona seria, especialista en temas de transporte, del sector minero energético y económico, sobre todo los relacionados a la materia presupuestal. Provenía de familia aprista, siendo su padre uno de los fundadores del partido. Representante por Ancash en el actual Congreso, fue ministro de Transportes y Comunicaciones en el gobierno de Alan García, diputado en el período 1985-1990 y 1990-1992. En suma, Lucho fue un empleado público durante la mayor parte de su vida.Con Lucho hubo discusiones, no pocas, siempre desde perspectivas distintas. El quería lo mejor para el país y tenía gran dedicación a Ancash. Sus apreciaciones siempre fueron constructivas, nunca personalizó la discusión y menos las críticas. Las diferencias nos llevaron a menudo a sentarnos a conversar siempre con respeto. En los últimos tiempos tuvimos opiniones distintas sobre el canon y la regalía mineras. ¿Cómo mejorar su distribución? ¿Cómo manejarlos mejor? ¿Debía o no haber una regalía? ¿Sería útil o contraproducente? Estos asuntos, junto con la tributación de las mineras, fueron su preocupación constante. Debatimos en público sobre estos temas, siempre con respeto y cariño. El estaba enfermo, pero igual seguía trabajando. A veces le preguntaba cómo se sentía, siempre me decía que bien. Cuando uno encuentra gente como Lucho Heysen se da cuenta de que hay algunos que dedican su vida a trabajar por sus conciudadanos con honestidad y esfuerzo. Espero que en el nuevo Congreso haya gente que siga el ejemplo de Lucho, trabajando con responsabilidad hasta el último día de su vida, señala Cecilia Blume.