Más de un candidato está responsabilizando a los medios -ante la misión de la OEA que supervisa la elección y, curiosamente, también en los propios medios- por su ubicación en las encuestas, a las cuales, de paso, también critican.No hay duda de que los medios son, en tanto cumplen una función instrumental para que los candidatos den a conocer sus propuestas y se exhiban ante el elector, actores relevantes en una elección, aunque no siempre decisivos, como se ha constatado en el pasado. El ejemplo más notorio es la elección de 1990, cuando la mayoría de medios actuó a favor de Mario Vargas Llosa con el resultado que todos conocen.A pesar de ello, varios candidatos insisten en culpar a los medios por la poca efectividad de sus campañas, y algunos van más allá al denunciar que la mayoría -especialmente la televisión- actúa a favor de Lourdes Flores. Sin embargo, la realidad no parece ser la que están denunciando los candidatos que aún no dan pie con bola. Primero, con ocho canales de televisión, un número elevado de estaciones de radio y una veintena de diarios, además de los medios provincianos, es complicado ofrecer un juicio general y contundente, pero cualquier apreciación sensata de lo que está ocurriendo no podría concluir que Flores tiene el respaldo mediático que Vargas Llosa tuvo hace tres lustros.Lo curioso es que varias denuncias contra la candidata de UN han aparecido precisamente en los medios que -de acuerdo con las quejas- supuestamente la estarían apapachando. Es curioso, también, que sean los medios que claramente han tomado posición por un candidato los críticos más entusiastas.Segundo, con 24 planchas presidenciales -que ahora se han reducido a 21- y 3,000 candidatos al Congreso, es evidente que no hay espacio para informar sobre todos. Comprensiblemente, esto lleva a que la cobertura privilegie a los que concitan mayor interés del elector, de acuerdo con las encuestas. La cobertura electoral podría mejorar, sin duda, pero la explicación central de la desventura política de los quejosos no está en los medios, sino en ellos mismos, señala el director de Perú 21, Augusto Álvarez Rodrich.