Puedo entender que los cajamarquinos tengan la intención de votar por Gregorio Santos, porque se creyeron el cuento de que se trataba de un ambientalista puro, noble y desinteresado que defiende la vida y la naturaleza, al oponerse a la minería que, según su discurso de plazuela, contamina y explota a la gente, aunque nada diga contra la extracción ilegal que ha provocado descomunales daños ecológicos y genera incluso explotación sexual infantil.Bueno, pues, el hombre engañó en alianza con algunos personajes que han fomentado el descalabro económico de una región rica en oro como Cajamarca, hasta llevarla a ser la más pobre. La hizo linda y no se dieron cuenta de que desde que llegó al gobierno regional no ha hecho más que ir de ciudad en ciudad formando y tratando de fortalecer su partido con la intención incluso de tentar la Presidencia del Perú (sí, hasta eso puede ser posible en nuestro país).Lo que no me logra entrar en la cabeza, al igual que a muchos peruanos, es cómo la gente de esa región puede seguir apoyando a ese personaje que en estos momentos está en prisión por ladrón por haber recibido grandes cantidades de dinero que hasta ahora no logra explicar. Claro, el hombre dice que es víctima de una campaña de las mineras y los medios, pero lo cierto es que Santos está adentro, en Piedras Gordas, en espera de un juicio por corrupción.Algo muy parecido sucede en Áncash, donde Waldo Ríos, sentenciado por recibir plata de Vladimiro Montesinos, también cuenta con preocupantes preferencias. Una región castigada por la mano larga de la mafia presuntamente encabezada por el preso César Álvarez, pretende ahora depositar su confianza en alguien con semejante antecedente, y todo porque los ha engañado con el cuento de que les va a regalar S/.500 por familia cada mes.Pobre Cajamarca, pobre Áncash y pobre Perú, pues lo que haga esta gente repercutirá en todo el país, por tratarse de regiones que podrían mover millones de millones gracias a su riqueza minera. Solo queda esperar, aunque ya en vano, que los electores de estas jurisdicciones recapaciten y no se disparen a los pies, como lo hicieron en el pasado al elegir a gente que hoy está tras las rejas y, en el caso de Santos, quizá riéndose a carcajadas, señala el director del diario Correo, Iván Slocovich Pardo.