El desarrollo del proceso judicial que involucra al sobrino del presidente, Miguel Toledo, en un caso de violación demanda una profunda reflexión y eventualmente una rectificación de las instancias judiciales superiores.De lo que no queda duda es de la gravedad del delito contra el honor y la libertad sexual, que afecta sobre todo a las peruanas, y que muchas veces no recibe la dura sanción que merecería. Contribuyen a esta patología, incompatible con un Estado de derecho, factores como el prevalente machismo, la lenidad judicial y, sobre todo, la dificultad para acopiar evidencias y mostrarlas ante un juez. Debido a ello muchas afectadas prefieren a veces no denunciar las violaciones, con lo que se promueve un indeseable círculo vicioso de impunidad, que afrenta la dignidad de las personas.El caso de Miledi Rojas, sin embargo, no es típico. En el proceso se presentó contundentes evidencias, testigos y hasta muestras seminales. Es más, se da el agravante de que la víctima fue drogada, con lo que la pena podía ser de hasta diez años. No obstante ello, la decisión judicial ha sido vergonzosa y lamentable: luego de una espectacular captura, fue sentenciado a solo cuatro años de prisión no efectiva. Es decir, seguirá andando por las calles, lo cual es una burla a la justicia, a la víctima y a la honra de tanta mujer que hoy o mañana puede ser agredida. Y si la actuación de los jueces es deplorable, la del fiscal, que no atinó siquiera a apelar, es indignante.Todo esto no puede quedar así y demanda la intervención de la OCMA para investigar a estos magistrados. Al parecer, existen aún instancias judiciales y fiscales que no entienden la autonomía judicial y ceden a las presiones del poder político. A propósito, debe subrayarse la actitud del presidente Toledo, que más de una vez ha deslindado su posición y criticado a sus parientes procesados.Luego, el PJ y el Ministerio Público contraen una deuda enorme con la sociedad y deben reivindicarse y rectificarse.En tanto, los peruanos debemos reflexionar seriamente sobre el tratamiento de los delitos sexuales y tomar medidas para que se entienda su gravedad, crear una cultura de tolerancia cero y exigir el castigo más severo a los perversos delincuentes que conculcan la libertad y dejan una mancha indeleble en tantas mujeres.