Tres columnas de opinión publicadas ayer en Perú 21 abordaron, con enfoques distintos, el problema más importante y antiguo en el Perú y que está casi ausente en el debate de la actual campaña electoral: cómo lograr que los beneficios del crecimiento económico sean más equitativos. Carlos Basombrío y Santiago Pedraglio destacaron el acuerdo 'Por una minería con responsabilidad social y ambiental' que ha concretado una visión compartida entre las principales empresas del sector, gobiernos locales y ONG que trabajan en los asuntos ambientales y comunitarios, la cual reconoce que el desarrollo de la minería debe estar acompañado por una mejora sustantiva en la calidad de vida de la población donde esto se lleva a cabo.Por su parte, Jorge Bruce resaltó -a propósito de los comentarios de un próspero banquero estadounidense- la desigual distribución de los beneficios económicos que se consiguen en su país.Si en Estados Unidos este fenómeno es percibido como un problema, en el Perú tiene una perspectiva dramática. Desde la aplicación de un conjunto de reformas estructurales, a inicios de los noventa, se han registrado períodos de crecimiento relevantes -como el del lustro gubernamental que está por terminar-, pero es evidente que los beneficios principales solo son alcanzados por una parte minoritaria de la población, mientras la mitad sigue debajo de la línea de pobreza.La corrección del problema demanda un esfuerzo sostenido de largo plazo, pero algún día hay que comenzar. Requiere, primero, de crecimiento económico, pues, de lo contrario, no habrá qué repartir. Pero esto es claramente insuficiente, como es obvio en el Perú. Lo que además se necesita es un acuerdo social que establezca los instrumentos que hagan viable un resultado más justo, y un Estado que lo haga cumplir.Se equivocan los que creen que es posible mantener, durante mucho tiempo más, una situación en la que el progreso no es compartido entre todos, lo cual no solo produce una inestabilidad social que pone al país al filo de la navaja, sino que es éticamente inaceptable, señala el director de Perú 21, Augusto Alvarez Rodrich.