DINAMIZAR LA SELVA Y LA SIERRA
20 de mayo de 2014

El Plan de la Diversificación Productiva presentada la semana pasada por el ministro de la Producción, Piero Ghezzi, plantea un tema fundamental para la integración e inclusión del país: la necesidad de dinamizar la Sierra y la Selva de nuestro país. Si se observan los datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), tanto la Sierra y como la Selva son las zonas geográficas con más bajos ingresos. Existe una alta incidencia de pobreza extrema en ambas zonas. Mientras que en la sierra rural el 24% de sus habitantes son pobres extremos, en la selva rural el 14.2% también lo son. Además, existe un alto índice de pobreza en los lugares geográficos que tienen una lengua materna nativa (40.4%), que prácticamente dobla a la población cuyo idioma es el español (22.2%). Esto sucede hoy, a pesar del salto que han dado los sectores de extrema pobreza en los dos últimos años, gracias a los programas sociales que impulsa el Gobierno en los sectores de más bajos ingresos. Existen muchas explicaciones históricas de esta desigualdad. Una de ellas es la herencia colonial que privilegió el centralismo desde la Colonia y que heredó la República. Además, a los españoles nunca les interesó crear una economía con un mercado nacional. Siempre se concentró en las actividades extractivas de nuestras riquezas naturales. Si añadimos otros ingredientes como el racismo colonial que se traduce en la explotación del indio por cientos de años, estos sectores han sido siempre los más marginados e ignorados del país. En el Plan Nacional de Diversificación Productiva del Ministerio de la Producción, no causa sorpresa encontrar que las regiones más productivas se encuentren ubicadas en la costa centro y sur del país, mientras que las menos productivas se concentran en la Sierra y en la Selva. El plan mencionado busca justamente revertir esta situación y aumentar la productividad de estas dos zonas geográficas. Por años, la Sierra se sustentó principalmente en los ingresos que daban las minas y sus actividades afines. Pero, como ha sucedido en los últimos años, los precios de los minerales fluctúan y han caído debido a los cambios mundiales de la economía. Este es un factor que el Perú no tiene forma de cómo revertir, pero sí puede prepararse para que los efectos negativos sean atenuados. Es por eso que se debe ir de una economía de “diferencias comparativas a diferencias competitivas”. Es decir, que seamos nosotros, el Estado aliado con el capital privado, los que podamos identificar y aprovechar las cadenas de valor que pueden producirse para satisfacer una demanda externa. Así como un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha identificado ocho cadenas productivas (fibras, fosfatos, detergentes, pasta química de madera, papel, etcétera) dentro de las ventajas que ofrecen los países que conforman la Alianza del Pacífico, el plan nacional presentado identifica la metalmecánica y la acuicultura como los productos que se pueden desarrollar en la Sierra y en la Selva. La propuesta del Plan de Diversificación Productiva está planteada. Ahora se requiere un amplio debate para ganar consenso acerca de cómo crear otras alternativas de desarrollo para estas dos zonas olvidadas.