El fiscal de la Nación no es un funcionario cualquiera. Es el encargado de la defensa de los ciudadanos y del combate de la corrupción. El Ministerio Público que él encabeza representa a los peruanos cuando acude a los tribunales a exigir que se respete la ley. Por eso, estimado lector, vale la pena preguntarle: ¿se siente usted representado por el recientemente elegido fiscal de la Nación, Carlos Ramos Heredia?El mencionado señor no tiene una carrera, digamos, prístina. En el 2010 se difundió un audio en el que se escuchaba a Alberto Quimper y Jorge Alfaro indicar que se había "conversado" con un fiscal llamado Carlos Ramos para que beneficiase a Alan Azizollahoff en el caso Utopía. El audio, por supuesto, no era prueba suficiente de que el fiscal Ramos Heredia había incurrido en actos de corrupción, lo que conllevó a que se archive la investigación contra él. La duda, sin embargo, quedó sembrada.Pese a los cuestionamientos públicos que originó este hecho, el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) no vaciló en nombrarlo fiscal supremo. Una elección que, por cierto, resultó muy cuestionada, pues en el mismo proceso en el que se le designó se descartó a tres otros candidatos bajo la excusa de que existían "diversos cuestionamientos mediáticos" sobre ellos. Nunca se explicó por qué Ramos Heredia tuvo el privilegio de ser medido con una vara distinta por el CNM, cuando él enfrentó el escándalo del caso Utopía.Durante el 2012, el señor Ramos Heredia se vio involucrado en otra situación que despertó nuevamente dudas sobre su entereza profesional. Como encargado de la Fiscalía de Control Interno decidió que no existió ninguna irregularidad en la decisión de la fiscal María Maguiña de archivar la investigación del caso Sánchez Paredes, uno de los procesos sobre lavado de activos más grandes que se han visto en el país. El archivamiento fue criticado por diversos especialistas. Incluso al entonces fiscal de la Nación le pareció tan sospechoso que él mismo ordenó una investigación interna. Investigación a la cual Ramos Heredia prefirió, para sorpresa pública, ponerle fin.En las últimas semanas, además, el hoy fiscal de la Nación ha sido acusado de haber protegido supuestos casos de corrupción en el gobierno regional de Áncash. Se dice que Ramos Heredia habría frustrado el trabajo de los fiscales que investigaban una presunta central de interceptación y espionaje manejada por el presidente regional César Álvarez. A su vez, es acusado de no haber tomado acciones contra un fiscal que habría entorpecido las mismas investigaciones, supuestamente también para proteger a Álvarez. Por todo esto, de hecho, ahora enfrenta una acusación constitucional.Finalmente, el reciente proceso de votación de Ramos Heredia como fiscal de la Nación tampoco se encuentra libre de cuestionamientos. Su designación se produjo gracias a cuatro votos: el suyo y el de los fiscales Peláez, Ávalos y Miraval (aunque parezca inverosímil, el sistema de elección de la cabeza del Ministerio Público depende tan solo del arreglo al que llegue una camarilla de fiscales). El problema es que existen serias dudas acerca de que estas últimas dos personas legalmente puedan ocupar sus cargos. El CNM las nombró en contra de una orden del Tribunal Constitucional (TC) y, aparentemente, sin que cumpliesen todos los requisitos de ley. Por eso, el TC viene tramitando un proceso donde se discute la nulidad de sus designaciones. ¿Qué legitimidad puede tener la votación a favor de Ramos Heredia si, como es muy probable, el TC puede terminar removiendo del cargo a quienes con sus votos definieron su elección? Estimado lector, déjenos repetir la pregunta: ¿se siente representado por el actual fiscal de la Nación? Sospechamos que su respuesta es "no". Seguramente preferiría que ese encumbrado puesto recayese en alguien que encarne, sin dudas, la decencia y el respeto por la ley. Por esto y por la institucionalidad del país, el señor Ramos Heredia haría bien en dar un paso al costado. Y es que, la presencia de un fiscal de la Nación débil y sin legitimidad solo beneficia a quienes atropellan y tuercen la ley que él debe defender.