De todas las reformas que nos falta realizar para que el país pueda avanzar más rápido en su camino hacia la inclusión y el desarrollo, aquella sobre la que se oye menos -salvo cuando se trata de propuestas para retroceder- es la laboral.El 68% de nuestra fuerza laboral trabaja en la informalidad, según la OIT. Una cifra escandalosa que transforma las "conquistas sociales" de quienes promueven que nuestro país siga teniendo uno de los regímenes laborales más gravosos de América Latina (los costos no salariales del trabajo alcanzan al 64% del salario) en una gruesa hipocresía. Esas "conquistas" son las de unos pocos -básicamente, de quienes trabajan para empresas grandes- contra la gran mayoría. Quienes, pese a lo anterior, insisten en el carácter "protector" que tendría nuestra legislación laboral culpan de la informalidad al modelo económico. Pero su argumento no resiste mucho análisis. El modelo ha favorecido enormemente a los trabajadores -ciertamente más que ninguna de las fórmulas que se solían plantear a su favor-. Así, solo entre el 2005 y el 2012, el número de personas con empleo adecuado (definido como aquellos que ganan por encima del salario mínimo y trabajan más de medio tiempo) se duplicó en el Perú urbano. Y no es el caso de que el trabajador del campo no sintió los efectos del crecimiento: de hecho, en el mismo período, en ningún lugar subieron más los salarios que en el Perú rural (donde subieron en 100% entre el 2004 y el 2012, frente a un 46% en Lima Metropolitana).Lo único que se ha mostrado casi inelástico al crecimiento ha sido la informalidad. Entre el 2001 y el 2010 solo se redujo muy marginalmente. Esta informalidad pone límites al crecimiento y, muy especialmente, al de los emprendimientos pequeños. Informalidad es no poder acceder al crédito formal comercial a partir de cierto volumen, es no poder asociarse en sociedades anónimas, es muchas veces dividir empresas para pasar desapercibido; es, en fin, limitar seriamente los recursos que uno puede usar para hacer más negocios y crecer. De más está decir, por supuesto, que poner límites a los emprendimientos de menor escala es poner límites al progreso de las personas que trabajan para estos últimos. Y vale la pena resaltar que en el Perú las pymes emplean a más del 70% de la población.Una reforma laboral que libere de este tapón a la enorme energía de acumulación que existe en los sectores emergentes sería, pues, una reforma laboral eminentemente inclusiva -en favor, esto es, del bienestar de la mayoría de los peruanos-. Después de todo, no hay mejor "protección" para los intereses de los trabajadores que cuando las empresas tienen que competir por ellos, y eso solo sucede cuando estas crecen, se multiplican e invierten más.Esto no es solo teoría. Es, de hecho, lo que ha venido ocurriendo en el sector agroexportador, donde una normatividad laboral mucho más flexible y menos onerosa ha permitido un desarrollo exponencial de las inversiones que no solo ha generado empleo formal, con derechos, para miles de trabajadores, sino que ha conducido a que los salarios del sector casi se tripliquen en los últimos años. De hecho, la Asociación de Gremios de Productores Agrarios del Perú (AGAP) acaba de declarar que las empresas de los valles agroexportadores tienen constantemente que contratar trabajadores en la sierra y selva porque ya no pueden encontrar más en sus regiones y que, por ejemplo en Ica, el jornal diario alcanza a casi el doble de la remuneración mínima. ¿Qué mejor prueba de que la multiplicación del número de quienes la necesitan ofrece mucho más a la fuerza laboral que la multiplicación de las leyes que la "protegen"? No debe extrañar, pues, que el sector que más empleo formal genera y el que más incrementa los ingresos de los trabajadores sea el que goza de una normatividad laboral simple y flexible. Y que sean Moquegua (10,1%), Piura (5,5%), Ica (4,5%) y Arequipa (4,4%) los departamentos en los que más creció el empleo formal entre agosto del 2011 y agosto del 2013, según el Ministerio de Trabajo, gracias principalmente a la expansión agroexportadora producida en ellos (más la inversión minera en el caso de Moquegua).Reformemos nuestro régimen laboral. Liberemos a la enorme mayoría de nuestros trabajadores de las "protecciones" que hoy los excluyen y oprimen.