¿QUÉ OPINAN LOS MINISTROS?
3 de enero de 2014

El 2013 no fue un año bueno para el país. No solo por la complicada situación política y los escándalos que volvimos a vivir, sino también por la desaceleración económica y el menor crecimiento, producto de la crisis externa y de las señales emitidas desde el Ejecutivo, que golpearon y minaron la confianza de los inversionistas y de los consumidores. Consciente de lo dañinas que fueron esas señales, el Gobierno buscó rectificar el mensaje, y trató por todos los medios de recuperar aceleradamente la confianza empresarial. Tal fue su preocupación -por lo menos eso parecía- que el mismo presidente fue a los más importantes eventos empresariales para ofrecer la mayor garantía de estabilidad a los inversionistas. En base a este mayor esfuerzo gubernamental, una tímida recuperación se empezó a abrir camino en octubre. Sin embargo, y cuando se necesitaban más señales y acciones del Gobierno que generaran confianza, se empezaron a escuchar declaraciones contradictorias del presidente que la emprendió contra el lucro, contra la actividad de algunos sectores empresariales, contra los contenidos en los medios de comunicación, hasta llegar a esa frase de que Conga es intrascendente para la historia del país. Y por si fuera poco, se atacó nuevamente a los gobiernos anteriores; se justificaron los errores de esta administración; y se han tomado acciones que hacen que se vuelva a poner sobre la mesa el tema de los poderes de la primera dama y su eventual postulación a la Presidencia en el 2016. ¿Por qué alborotar el escenario político y empresarial, generar un ambiente de crispación y tratar de polarizar al país, en momentos de crisis política, de convalecencia económica y de tensa espera del fallo de La Haya, que debería ser suficiente motivo para la tranquilidad y la unidad? Las palabras del presidente -¿parte del cronograma de un proyecto político familiar o error político?- le harán un flaco favor a nuestra economía, generarán un mayor enfrentamiento político, y acrecentarán la desconfianza sobre las verdaderas intenciones de su gestión. Todos sufriremos, lamentablemente, las consecuencias de sus arrebatos o de sus intenciones hasta hoy no conocidas. ¿Qué opinan sus ministros?

  • [Gestión,Pag.18]
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