La policía logró imponer el principio de autoridad en la convulsa Yurimaguas, pero también detuvo a dos sujetos como instigadores de la ola de violencia, actos de vandalismo e intento de linchamiento de algunas autoridades producidos el último fin de semana.Con esto se confirmaría que no siempre detrás de una protesta ciudadana están el pueblo y sus demandas, sino algunos supuestos líderes, infiltrados y falsos mesías que no representan a nadie, sino a sus particulares intereses. Lo que buscarían es conseguir mayor protagonismo gremial en las localidades, desarticular organizaciones de base reconocidas y aceptadas por los ciudadanos o lavar dinero sucio del narcotráfico, para financiar revueltas callejeras.Todo esto parece haber ocurrido en Yurimaguas. El incumplimiento del Gobierno para pavimentar una carretera fue, en realidad, la excusa. Hoy se sabe que los instigadores de los disturbios no solo son enemigos políticos del alcalde, sino que uno de ellos incluso está vinculado al narcotráfico. El Gobierno tiene que investigar a fondo.