Con forajidos no se construye una democracia El insólito incidente revelado ayer a través de un video en el que se observa a un dirigente del Partido Nacionalista, Dante Yorges, contactando a un sicario con el fin de asesinar -"con un solo plomo a la cabeza"- al secretario general de UPP, José Vega, constituye un serio traspié para la candidatura de Ollanta Humala. La conclusión que algunos querrán extraer a partir de este hecho para vincular a Humala con lo que es un obvio intento de asesinato sería francamente injusta, y este ha hecho bien en denunciarlo cuanto antes. Sin embargo, la responsabilidad que no puede eludir, porque sin duda le corresponde, es la de no haber conformado una agrupación política consistente, organizada y capaz de asumir la compleja tarea de gobernar el país. Eso es lo que reflejan hechos como la posibilidad de que dos dirigentes de este movimiento político arreglen sus diferencias a balazos, pero, también, la voracidad y el desorden observados en la pugna por la conformación de la lista de candidatos al Congreso. Un gobierno no solo depende de la habilidad y preparación de su líder sino -quizá con mucho mayor gravitación- del conjunto de personas que lo acompañan y del partido que debe servir de plataforma institucional para poder interactuar con las otras fuerzas políticas en el marco de una democracia. La prueba más reciente de ello es lo sucedido durante el lustro gubernamental que está por terminar. Ciertamente, el presidente Alejandro Toledo ha mostrado muchas limitaciones en el ejercicio de su papel político, pero su principal carencia estuvo en su partido, un mamarracho compuesto en su mayoría por personas mediocres e incapaces que solo buscaron su interés particular. Cuando se observa a varias de las personas que hoy se están subiendo, a la volada, al coche de Ollanta Humala, solo se puede pensar en el grave riesgo de que su eventual llegada al poder signifique un paso adelante en el proceso de degradación que registra la política peruana desde hace ya varios años. Sin partidos sólidos, nuestra democracia seguirá siendo un desastre.