Desgraciadamente para la democracia peruana, lo sucedido en los últimos días con la confección de las listas parlamentarias demuestra que hay graves vicios que es difícil desterrar. No solo los viejos partidos sino también los nuevos --cuyo discurso despotrica de dichas prácticas-- siguen cayendo en la improvisación y en el repudiable caudillismo de siempre y no practican internamente la democracia que dicen defender. Así, nuevamente hemos sido testigos de protestas por parte de militantes que, con toda razón, rechazan lo que llaman 'dedocracia'. Es decir, actitudes impositivas de líderes nuevos y viejos que hacen oídos sordos a las bases, otra vez desengañadas. Ello se ha visto de manera más patética dentro de las filas de Ollanta Humala. Esto es muy serio pues evidencia la fragilidad de las instituciones partidarias, sin lo cual será muy difícil consolidar el sistema democrático. No solo se trata de improvisación, inmadurez y precariedad. Peor aún, la política sigue infestada por los mismos inescrupulosos, los de antes y los de ahora, que solo buscan el poder para beneficiarse personalmente. Tenemos que aprender la lección y diferenciar la paja del trigo en esta confusión actual. Mientras tanto, esperamos que con la valla del 4% haya menos dispersión y mejores posibilidades de concertación en el futuro Congreso, al que solo tendrán acceso los partidos que sobrepasen ese porcentaje .