La Mesa Redonda y la Audiencia Pública organizadas por El Comercio para analizar el estado de la administración de justicia ha confirmado el diagnóstico preocupante: un Poder Judicial (PJ) desprestigiado y obsoleto, donde campea la ineficiencia y la corrupción, lo que no puede, de ninguna manera, seguir igual. ¿Quién responde por esto y qué es lo que se debe hacer? Enfrentados a estas cruciales preguntas, los invitados --entre los que se encontraban las máximas autoridades del PJ y de la fiscalía, así como connotados juristas y representantes de la sociedad civil--, llegaron a una conclusión que ya habíamos advertido desde estas páginas: falta voluntad política para sacar adelante la urgente y necesaria reforma judicial. Entre los puntos principales está la propia reconversión de la Corte Suprema, así como el Consejo Nacional de la Magistratura y los órganos de control interno. No está en discusión su autonomía e independencia, la que debe defenderse como un principio básico del Estado democrático. Sin embargo, vista la poca capacidad de sus autoridades para proponer medidas efectivas y radicales, es preciso coordinar mejor con el Congreso para propiciar los cambios necesarios. Los jueces no pueden, pues, limitarse a exigir más presupuesto. Deben justificar ante la ciudadanía estas exigencias, enfrentando la lentitud y la falta de eficacia que devienen en una carga procesal. Y no se trata solo del número insuficiente de jueces sino también de la riesgosa provisionalidad, y de la actitud y el perfil de los magistrados, que deben recuperar la mística y la vocación primigenia. Se ha perdido mucho tiempo y la administración de justicia sigue en el escalón más bajo de la credibilidad ciudadana. Esto es peligroso, pues es un atentado a la democracia. Sin una justicia eficiente el sistema democrático se sostiene sobre bases débiles y es sensible a las autocracias. El elemental derecho ciudadano a la justicia se ve afectado y se pone en entredicho la seguridad jurídica necesaria para asegurar las inversiones y un mínimo de estabilidad. ¡Es hora de cambiar!