Justo cuando las expectativas empresariales comenzaban a alejarse del área "pesimista", una nueva señal de alarma se encendió. Según la revista The Economist, el Perú es uno de los nueve países con mayor vulnerabilidad a un freno en el flujo de capitales, situación que se comparte con Chile, Colombia y México. La noticia no ha caído nada bien porque se trata de una corrección, ya que en la lista original nuestro país estaba en la zona de riesgo medio. Hasta el momento todo indica que el Perú puede hacer frente a shocks de ese tipo debido a que, esencialmente, ha captado inversión extranjera directa (IED) y no capitales de corto plazo, que son los que se desbandan cuando ven mejores oportunidades en otros mercados. La depreciación de las monedas locales en las economías emergentes es un indicador de que los capitales están alejándose y ese comportamiento también ha afectado el precio del nuevo sol frente al dólar. ¿Se prolongará esta situación? Los mercados ya han absorbido parte del impacto que ocasionará el fin de la política monetaria expansiva de la Reserva Federal de Estados Unidos, de modo que han dado por asumido que la época del dinero barato pronto será cosa del pasado. En consecuencia, los inversionistas verán más atractivo invertir en activos como los bonos del Tesoro estadounidense que en títulos menos seguros, como los de mercados emergentes. El mayor problema para el Perú no será entonces la salida del dinero especulativo "que ya ha emprendido la huida", sino la captación de IED. La calificadora de riesgo Moody’s considera que los capitales de largo plazo financian en casi el doble el déficit en cuenta corriente del país. De modo que el reto es mantener esa proporción, una meta que dadas las circunstancias se presenta complicada: el Gobierno no ha sido capaz de concretar concesiones importantes y tampoco ha podido generar interés en nuevos proyectos productivos. En suma, la sombra que se cierne sobre la economía peruana no tiene que ver con riesgos financieros "que los hay, pero se pueden afrontar", ni con su nivel de deuda "el más bajo de la región después de Chile", sino con el sector real. Y la caída de las exportaciones es prueba de que se necesita más IED.