Editorial. Antes de ayer, la Reserva Federal (FED) anunció que mantendrá el ritmo de su programa de estímulo –que consiste en la compra de US$ 85.000 millones en instrumentos financieros al mes- que viene realizando desde que se desató la crisis en el país norteamericano. Ben Bernanke, presidente de FED, explicó que todavía existen tensiones en la economía estadounidense que lo llevaron a esta decisión. Según él, hay que evitar un ajuste hasta estar cómodos con el crecimiento de la economía de aquel país (el mismo día la FED recortó su estimado del crecimiento de la economía para el 2013). Esta noticia ha sido recibida con buenos ojos por los mercados latinoamericanos, incluyendo el peruano; sin embargo, debemos tener claro que este aplazamiento es solo un balón de oxígeno para las economías emergentes. Tarde o temprano, la FED comenzará a retirar su programa, aunque sea gradualmente. Mientras tanto, la incertidumbre continuará. Conforme los instrumentos financieros se vuelvan más atractivos en Estados Unidos y el valor del dólar aumente respecto al sol existirá una tendencia a la salida de capitales del país. Pero no todo es negativo. Como ha explicado Bernanke, el ajuste del estímulo está sujeto al comportamiento de la economía. Es decir, solo comenzaría el retiro de dólares si la economía estadounidense muestra señales robustas de crecimiento. En este caso, el Perú tendría mucho para capitalizar pues, después de todo, EE.UU. es nuestro principal socio comercial y, más importante aún, nuestro principal comprador. A esto hay que sumarle todavía la ventaja de contar con un sol más barato. Esto no significa ni una crisis ni una época de vacas flacas. Solo que, con un menor crecimiento de China, precios más bajos de los commodities, y el mejor rendimiento de las economías más grandes, el Perú va a tener que esforzarse más para atraer capital extranjero. El Estado podría comenzar por ocuparse de la brecha de infraestructura que funciona como una traba para la fluidez de la inversión. Podría encargarse también de todas las trabas burocráticas que espantan al capital extranjero. O podría también dedicarse a mejorar la calidad de la educación, otro cuello de botella más. Si queremos seguir creciendo en los próximos años al ritmo al cual estamos acostumbrados, es nuestro deber exigirle más a nuestro Estado.