Editorial. Gestión. El presidente de Estados Unidos tiene todas las facultades para autorizar una operación militar en cualquier punto del mundo; sin embargo, Barack Obama decidió consultar un posible ataque a Siria con el Congreso de su país. De esta forma, no solo ganó algo de tiempo (hasta que lleguen los resultados de las pruebas sobre el uso de armas químicas realizadas por la ONU), sino que permitiría que la idea se asiente. Y, en efecto, el camino poco a poco se ha ido aplanando para permitir un ataque a Siria. Hace tres días el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de EE.UU. aprobó una resolución que autoriza un ataque militar a este país por un plazo de 60 días. Ahora solo falta que el pleno del Congreso, que se reúne el 9 de setiembre, apruebe la moción para que quede todo listo. Y todo parece indicar que así será (los líderes del Partido Republicano -de oposición- se han manifestado a favor de la intervención). En caso de que se decida atacar, Estados Unidos tiene algunas opciones sobre las cuales resolver. Una alternativa es la de conducir un ataque "correctivo" dirigido a objetivos estratégicos del régimen de al-Assad para debilitarlo, no con la idea de derrotarlo, sino con la intención de advertirle sobre un futuro uso de armas químicas. Esta opción parece la más probable por ser la menos riesgosa y complicada. Una segunda opción es la de quitarle al régimen el manejo de estas armas. Pero para ello no solo habría que identificar las instalaciones donde se guardan las armas químicas -algo complicado de por sí- sino que habría que llegar a ellas, algo que probablemente implique algún tipo de invasión (por lo menos aérea). La tercera opción es la menos factible, pero no por eso deja de ser una opción: una invasión parecida a la realizada en Afganistán en el año 2001 o a la de Irak en el 2003. ¿De qué manera esto nos afecta? Aun cuando Siria no sea un importante productor, cualquier conflicto en el Medio Oriente tiende a afectar los precios internacionales del petróleo. Aquello podría acrecentar la presión inflacionaria en nuestro país, que últimamente ya ha estado por encima de las expectativas (la inflación de agosto fue de 0.54%), y consecuentemente, quitarle capacidad de maniobra al BCR para impulsar la economía nacional. Por ello, el Fondo de Estabilización del Precio de los Combustibles quizás vuelva a tener un rol más activo, por lo menos, para este caso.