PERSPECTIVA. El gobierno desaprovechó una semana auspiciosa y en lugar de levantar el ánimo de la opinión pública con noticias como el golpe contra el terrorismo y la suspensión de la huelga de médicos y enfermeras, optó por ahondar en las preocupaciones económicas. El ministro de Economía, Luis Castilla, adoptó el papel de profeta bíblico y alertó de la venida de un periodo de "vacas flacas", y el presidente Ollanta Humala anunció que la crisis internacional ya había llegado al Perú.En realidad la crisis llegó a fines del 2008, y tras un 2009 con tropiezos -el PBI solo creció 0.9%-, el buen manejo de la política macroeconómica evitó mayores estragos en los tres años siguientes. Si la producción se ha desacelerado este año, no hay que apuntar únicamente al empeoramiento de la economía china y la persistencia de la recesión en Europa, sino también a la lentitud con la que el gobierno ha reaccionado ante estas circunstancias.Por ejemplo, el presidente debió convocar desde inicios de su gobierno un debate para reformular la estructura del canon, que beneficia a los departamentos donde se explotan recursos naturales. Había que crear un fondo de estabilización para épocas como la actual, en la que la recaudación de impuestos provenientes de la minería no mejora, además de redistribuir el canon a fin de que beneficiase a los departamentos menos dotados por la naturaleza. Pero no se hizo nada.Tampoco se ha trabajado con antelación para promover la inversión, pese a que las trabas, principalmente burocráticas, están claramente identificadas. Es claro que esta tarea es complicada porque implica provocar un cambio drástico en la racionalidad de los servidores públicos, pero han tenido que pasar dos años para que se promulgue una ley al respecto; y pasarán algunos más para que comiencen a verse resultados.Los problemas económicos externos no terminarán pronto, de modo que en lugar de esperar que la turbulencia pase, el gobierno tiene que reenforcarse en su agenda, acelerar las reformas pendientes y transmitir un mensaje de prudencia que debe hacerse extensivo a los consumidores. Asustar con declaraciones exageradas no ayuda, pues los peruanos recordamos perfectamente cómo son las épocas de vacas flacas -como las de los 70, 80 y fines de los 90-. Y algunas duraron más de los siete años que establece el Génesis.