CORDURA. Hace dos meses, y después de casi dos años en el poder, el presidente Ollanta Humala sostuvo una primera reunión con los más grandes gremios empresariales. Hasta entonces, la relación entre ambos había estado marcada por la desconfianza, fundamentalmente porque cada cierto tiempo el Gobierno deslizaba la posibilidad de acercarse a lineamientos económicos que han fracasado en el Perú.Se entendió que esta cita ayudaría a mejorar la relación entre los sectores público y privado. Más aún, después de escuchar el mensaje por Fiestas Patrias parecía que la idea se reforzaba, pues el presidente evitó la innecesaria confrontación.Pero la ilusión ha terminado. Una vez más el Gobierno está intentando alejarse de sectores que podrían dar soporte a su proyecto de país, a lo que añade su obstinación por enfrentarse duramente a la oposición.Por ejemplo, el primer ministro comete el error de no identificar al sector de empresarios que en su opinión solo se dedica a señalar lo malo del Gobierno. Se comprenderá que la generalización provoca malestar y confrontación. A esto se debe añadir la redundante opinión del presidente de que no gobierna para los grandes empresarios, cuando la Constitución le ordena que gobierne para todos los peruanos. Es cierto que las autoridades deben contestar con liderazgo y energía a los ataques y mentiras que podrían lanzarse contra su gestión, pero eso no debe conducirlas a iniciar guerras verbales, porque eso genera turbulencias y resta credibilidad al Gobierno, y porque los ruidos políticos tarde o temprano terminan afectando la marcha económica del país. Es pertinente, entonces, que escuchen al propio ministro de Economía, quien ya ha advertido que la turbulencia no es propicia para la economía.Además, el Gobierno debe percatarse que en esta guerra verbal le podría ir muy mal, dada la precaria mayoría que lo respalda en el Congreso, a las endebles bases que tiene en provincias, donde pronto se iniciará una dura campaña electoral, y porque sin duda, los líderes de la oposición son mucho más duchos en lides políticas que los dirigentes del partido de gobierno.