SE ACERCA EL FIN DE CRECIMIENTO FÁCIL EN LA REGIÓN
31 de mayo de 2013

DIFÍCIL CAMINO. La economía de América Latina, que registró un crecimiento promedio de 4% en la última década, según el FMI, parece haber tocado su techo, en medio de un panorama mundial desalentador. El organismo internacional acaba de reducir sus previsiones para el avance de China a 7.75% este año y, aunque la cifra es mayor a la meta oficial, está por debajo de las estimaciones previas del FMI, y muy por debajo de las cifras de dos dígitos de años anteriores. Peor aún, en Beijing, las autoridades parecen haber dado un giro para aceptar menores tasas de crecimiento. Para completar el panorama desalentador, la OCDE también redujo sus estimaciones para la economía mundial, desde un 3.4% previsto anteriormente a un crecimiento de 3.1%, advirtiendo además una mayor contracción en la eurozona, la cual si bien presenta una relativa estabilidad en el sistema financiero, aún está lejos de superar la debilidad de su economía. Es en medio de este panorama mundial que las principales economías de la región vienen registrando una desaceleración al advertirse un menor crecimiento de China, el principal comprador de las materias primas de Latinoamérica. Gracias a esa gran demanda, los exportadores de materias primas, entre ellos el Perú, se beneficiaron en los últimos años de altos precios del cobre, oro, zinc, soya, entre otros. Pero la tendencia alcista de estos commodities parece estar llegando a su fin, acabando con el crecimiento fácil impulsado por las exportaciones de materias primas. Ahora empezarán a diferenciarse aquellos países que avanzaron con las reformas pendientes, orientadas a mejorar su productividad y competitividad y supieron diversificar los mercados externos para sus productos. Dichas mejoras deberían ahora amortiguar el impacto de un debilitamiento en la eurozona y Estados Unidos, y de las menores tasas de expansión en la economía china. En el corto plazo, Brasil y México tendrían problemas para meter la inflación dentro de las metas y para contrarrestar la apreciación de sus monedas, mientras que en Colombia, Chile y Perú, las autoridades monetarias tienen espacio y recursos para contrarrestar el shock de un mayor deterioro en el ámbito externo.