Ayer, en Camaná, mientras ponía la primera piedra de la carretera Quilca-Matarani, el presidente Humala dijo que "El crecimiento económico del Perú para este año, va a ser uno de los más altos de América Latina; y el gobierno está comprometido en trabajar de la mano con el sector empresarial y en buscar la unidad de todas las fuerzas políticas en pos del desarrollo del país".Dos horas antes, sin embargo, en el Congreso, la Comisión de Presupuesto presidida por Gana Perú, desairaba al presidente de la CONFIEP, Alfonso García Miró, a quien había invitado para que diera su opinión sobre las siete medidas anunciadas por el Presidente para reactivar la economía, el viernes anterior. Solo 4 de los 18 parlamentarios que la integran asistieron a la convocatoria. De los seis de Gana Perú hubo solo dos. Y al terminar la exposición del invitado, ninguno planteó una pregunta; lo que el representante de los empresarios tenía que decir, ni siquiera tuvo quórum.¿Desde el Ejecutivo se anuncian medidas trascendentes, pero desde el Legislativo se envían mensajes contraproducentes? ¡Falta convicción! Los gestos políticos solo sirven si llegan cargados de compromisos.La conferencia de prensa en la que el Presidente anunció que se aplicarían éstas importantes medidas, se organizó de manera apresurada y sin ninguna estrategia: se transmitió por canal 7 a las nueve de la noche sin avisar a los programas periodísticos de esa hora para que se sumaran a la transmisión. Tampoco se alertó a todas las redacciones de los diarios. Por lo mismo, el sábado el rebote fue tímido en la prensa y nulo en la televisión y aunque el domingo el despliegue fue mayor y se hizo público el análisis, página de por medio, aparecía Jaime Delgado como vocero oficialista, anunciando que el gobierno estudia una serie de leyes para promover la industria. ¿Cuál? ¿La que él mina con leyes como la de la comida chatarra?Mientras el Presidente hablaba de impulsar la inversión de gran envergadura, la que se necesita para reactivar una economía desacelerada poco a poco durante dos largos años, la que implica carreteras, petróleo, energía y minería; el congresista enemigo de la empresa privada, le ponía cachitos, parado a su espalda, para malograrle la foto.En lugar de aparecer respaldando las medidas anunciadas por su líder, Delgado, el vocero mediático del oficialismo, enviaba un mensaje subterráneo contra la gran inversión y decía que para el gobierno la agroexportación, la construcción y la minería, tienen la misma importancia que la manufactura. Y nadie niega el valor de la manufactura, pero en ese mismo momento, el Presidente estaba hablando de otra cosa: Si las exportaciones han decrecido, hay que tomar medidas para fortalecerlas, el valor agregado no es la alternativa, en este momento, frente a la desaceleración. Es nuestro mayor deseo, la mejor de las intenciones, pero ahora no es la alternativa a la industria extractiva.La pregunta es si Delgado y su bancada ¿boicotean a su líder? o ponen banderillas para entretener al respetable, señala la periodista Cecilia Valenzuela.