Dentro de lo escandaloso que resulta el desperdicio de 200 millones de soles de ayuda internacional, es positivo que, por primera vez, una entidad como la Agencia Peruana de Cooperación Internacional (APCI) se haya dado el trabajo de investigar este rubro y presentarnos esta radiografía con la que se puede proceder a hacer los ajustes necesarios.Según ha informado, en el 2004 hubo S/.253 millones disponibles, pero los programas estatales solo usaron una quinta parte de la donación. Esto es realmente indignante, sobre todo si pensamos en las urgentísimas necesidades básicas de millones de pobres que han quedado sin cubrir. ¿Qué hay detrás de todo esto? Pues un estado de indolencia en el que se mezclan el exceso y bajo nivel de la burocracia, lo que ha llevado a deficiencias extremas en la elaboración, gestión y ejecución de los proyectos. No se puede generalizar, pues hay municipalidades, regiones y otros organismos públicos que actúan correctamente, pero otra parte, lamentablemente la mayoría, peca de ineficiencia para poder acoger debidamente la ayuda internacional.Un botón de muestra: La Agencia de Cooperación de Alemania se comprometió a entregar 1'500.000 dólares entre el 2000 y el 2004, para el desarrollo integral de la zona Alto Mayo, en San Martín. Pero la unidad que ejecutaría el proyecto, el Inade, solo gastó apenas el 13% al finalizar el 2004.¿Qué hacer? Pues la Presidencia del Consejo de Ministros y la propia cancillería deben promover la capacitación de funcionarios públicos involucrados en donaciones, de manera que puedan preparar, gestionar y ejecutar los proyectos.Un país como el nuestro, con tantas carencias y con un sector mayoritario de la población en estado de pobreza, no puede permitirse más el desperdicio de donaciones. Seguir permitiendo eso es un pecado y una tamaña irresponsabilidad.