Luego de la baja pasajera de la Bolsa de Valores, es reconfortante comprobar la confianza de los agentes económicos. Según las principales entidades financieras, hay voluntad de seguir apostando por el Perú, lo que se evidencia en proyectos, fusiones y en la duplicación de utilidades. A ello habría que añadir el incremento de los créditos a las PYME y la morosidad más baja de los últimos tiempos. Pero nada asegura que esto pueda continuar automáticamente así.Por ello, los ciudadanos, y sobre todo los candidatos, deben reflexionar seriamente sobre lo que está en juego en estas elecciones: luego de muchos sacrificios, por primera vez podremos tener una transferencia democrática con estabilidad económica.Tal potencial no puede ser desaprovechado, y menos ahora, ad portas de firmar un TLC con Estados Unidos que nos permitirá ingresar al mercado más grande del mundo.De allí la urgencia de actuar con responsabilidad y realismo para no incrementar el nocivo ruido político, que perturba peligrosamente el escenario económico y social, ahondando la pobreza. ¿Ycómo se sale de la pobreza? Pues, hay dos maneras. Una es con demagogia y populismo, consumiendo las reservas internacionales y creando subsidios por doquier. Y ya sabemos, como sucedió en el Gobierno de García --y antes en la dictadura velasquista--, adonde lleva eso: a una inflación millonaria y una aguda crisis económica que más sufren los que menos tienen.La otra manera es crear riqueza y promover las inversiones y el empleo, para lo cual debe generarse confianza en el país, sus instituciones y sus reglas de juego. Ello exige un coherente plan de gobierno que privilegie la economía social de mercado y considere que debemos crecer 8% para mejorar la situación de todos.¿Qué ofrecen hoy los candidatos? Los electores deben estar alertas para cotejar las opciones con responsabilidad y votar por quien les asegure estabilidad y mayor crecimiento con justicia y paz.