NOSTALGIA VELASQUISTA
12 de abril de 2013

El Gobierno está obligado a aclarar a la brevedad la noticia dada la semana pasada por la agencia de noticias Reuters que no ha sido desmentida hasta ahora, en la que informa que el Estado peruano estaría interesado en adquirir los activos de la empresa española Repsol en el país, lo que incluye sus estaciones de gasolina, la envasadora de gas Solgas y la refinería de petróleo La Pampilla. Se trata de una noticia que ya está causando un grave daño a la confianza de los sectores empresariales del país por el tremendo impacto que traería a la economía del país. De confirmarse este trascendido, estaríamos ante un grave retroceso en la marcha que el país está siguiendo desde hace más de 15 años y que pondría en serio riesgo la continuidad del modelo económico que sustenta nuestro actual crecimiento económico que se basa principalmente en la inversión privada. Ya antes de esta noticia era preocupante que el Estado se aventure en invertir para los próximos años más de US$2,000 millones en modernizar la refinería de Talara y US$1,400 millones en el gasoducto del sur y el promocionado polo petroquímico en Ilo, además de sus intenciones de regular los puertos, entre otros anuncios. Ahora, con esta nueva noticia estaríamos ante la aventura temeraria e inconstitucional de convertir al Estado en empresario, lo cual resulta absurdo y perjudicial para el país.Habiendo tantas necesidades y carencias abrumadoras en los sectores de Educación, Salud, Interior, además del déficit en infraestructura básica para el desarrollo, sumado a ello la ineficiencia crónica de las entidades estatales para gestionar sus programas mínimos, constituiría un despropósito y hasta un crimen comprometer importantes recursos públicos en actividades riesgosas que sólo debe corresponder a las empresas privadas.La historia económica de nuestro país desde el velascato hasta nuestros días nos demuestra claramente lo tremendamente dañino que resulta el experimento estatista en la economía con su secuela de quiebra financiera, corrupción e ineficiencia, generando colapso del Estado, pobreza y subdesarrollo. Por su parte, el modelo económico actual, contrapuesto al sistema estatista, ha demostrado con creces sus virtudes que nos garantizan el avance hacia el desarrollo. Esperamos las explicaciones del Gobierno ante esto que sería un funesto cambio de rumbo del país hacia el precipicio o hacia la Gran Transformación que el Perú ha rechazado, señala el congresista Carlos Bruce.