Pese al alud de críticas que le cayó desde el propio Gobierno, los hechos están confirmando que Pedro Pablo Kuczynski tenía razón cuando, en agosto pasado, apenas asumió la Presidencia del Consejo de Ministros, alertó al país sobre el inminente riesgo de un rebrote subversivo. El condenable asesinato de ocho policías ayer en Aucayacu, en una emboscada que sufrieron por parte de un grupo armado de Sendero Luminoso, en complicidad con el narcotráfico, al igual que la sangrienta serie de atentados criminales que se ha estado cometiendo en los últimos meses, constituyen expresiones indudables de que estamos frente al resurgimiento de la amenaza terrorista. A pesar de la alerta del premier, quien señaló que "el problema del terrorismo es más agudo, fuerte y preocupante que hace cuatro años, (por lo que) tenemos que darnos cuenta y actuar", las respuestas de sus colegas del Gobierno intentaron desmentirlo con una intención que -hoy se ve- tenían la obvia voluntad de ocultar los hechos, con irresponsabilidad y con una motivación política. El presidente Alejandro Toledo descartó el rebrote; el ministro de Defensa, Marciano Rengifo, afirmó que "los remanentes terroristas están controlados y no hay nada que temer"; el del Interior, Rómulo Pizarro, comentó que "no se tiene indicadores de que el nivel del terrorismo supere lo que ha estado ocurriendo el año pasado"; mientras que el vicepresidente David Waisman desafió a Kuczynski: "Que me lleve al lugar donde hay terrorismo, él debe saber dónde es". Increíble que alguien tan audazmente improvisado haya pretendido llegar a la Presidencia. La respuesta de PPK -"si yo digo algo se basa en información; no es cosa de pura imaginación"- no lo exime de responsabilidad pues, en su condición de premier, él esta a cargo, finalmente, de la gestión integral de un gobierno que, en un tema tan espinoso como el de la asociación del terrorismo con el narcotráfico, carece de una política realista que, respetando los derechos humanos y teniendo en cuenta las recomendaciones de la CVR, los derrote política y militarmente, señala el director de Perú 21, Augusto Álvarez Rodrich.