TAREA PENDIENTE. En 1959, el Perú ratificó el Convenio número 100 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), referido a la desigualdad sobre la remuneración de género, pero han pasado 54 largos años y, en promedio, las mujeres perciben el equivalente del 67.4% de los ingresos obtenidos por los hombres. Este dato corresponde a Lima. Y esa diferencia se prolongará a lo largo del tiempo, pues un sueldo o salario menor implicará una pensión de jubilación inferior.La discriminación es la peor tara que aún arrastra la sociedad peruana, y no solo se trata de marcar las diferencias étnicas o de procedencia, pues la exclusión también apunta al género: los varones enfrentan menos obstáculos para insertarse en el mercado laboral y para desarrollarse profesionalmente. Si bien es cierto que en el país el 27% de cargos de decisión es ocupado por mujeres (directoras, gerentes o jefas) -por encima del promedio latinoamericano-, habría que ahondar en ese porcentaje para constatar si ellas ganan lo mismo que ellos.Si en la capital y en el ámbito urbano en general la discriminación por género es preocupante, el problema es mucho mayor en las zonas rurales. Allí, las mujeres presentan un menor grado de instrucción, lo cual hace difícil que encuentren trabajos de mejor calidad, razón por la cual su desempeño laboral pertenece al rubro de subempleo (por horas y/o por ingresos). Es claro que mejorar la educación en el campo es solo una de las soluciones, puesto que hace falta un esfuerzo mayor para cambiar la racionalidad y para forjar el empoderamiento femenino.La ministra de la Mujer, Ana Jara, ha declarado que se fiscalizará la discriminación salarial por género, un anuncio que constituye un avance para corregir este desbalance. Sin embargo, el especialista Jorge Toyama advierte que el Ministerio de Trabajo necesitaría cuatro veces los recursos que ahora dispone para dicha tarea. Añade que descubrir los casos no será fácil puesto que el problema se inicia en la oferta laboral, es decir, en la contratación.En suma, por más leyes y convenios que se promulguen o suscriban -o discursos que se pronuncien-, lo que realmente importa es que exista decisión política y que se considere que el problema no comienza con los sueldos.