La luz ámbar con la que nos alumbra el medio más importante e influyente sobre economía, The Economist, nos pone las barbas en remojo. En el caso particular de la Cámara de Comercio de Lima (CCL), hemos dicho reiteradamente que se requiere tomar las riendas en el tema del dólar y la pérdida de la competitividad. Así, pasando de las palabras a los hechos, entregamos en la quincena de enero una carta al Ministerio de Economía y Finanzas, con nuestra propuesta sobre el tipo de cambio. Días después el Fondo Monetario Internacional (FMI), institución que si bien celebra la fortaleza de nuestra economía, alerta que es necesario que esta siga así para poder hacer frente a una crisis y salir bien librados. La revista británica considera que en nuestro país existe un exceso de confianza y complacencia, lo que amenaza nuestro crecimiento económico. Los principales problemas que observa la publicación son la caída del dólar, el boom crediticio, la educación y la fragilidad política. Lo señalado por The Economist resalta el debate sobre el tipo de cambio, el cual más de una vez se centró en los supuestos beneficios que obtendría la industria con la caída del dólar, dado que se comprarían insumos a precios más bajos. Esto no es 100% cierto. Nuestros trabajadores reciben sus ingresos en nuevos soles, es decir, en una moneda que se aprecia todos los días, mientras los productos importados ingresan con un costo de mano de obra más bajo al ser pagados en otra moneda. Disminuir los salarios es imposible, de ellos depende nuestra demanda. El Perú requiere tener trabajadores con puestos de empleo formales, que les permitan acceder a mejores ingresos y planificar su futuro. Son estos trabajadores los responsables del boom crediticio que hoy vivimos, dado que al tener buenas perspectivas laborales, se embarcan en la aventura de la casa propia y solicitan los créditos hipotecarios, y mantienen activo el sector financiero. La lógica, por lo tanto, nos lleva a pensar que debemos incentivar a las empresas para que formalicen el empleo, pero sinceramente cómo podemos hacerlo si en materia laboral tenemos una avalancha de normativas que atentan contra este mismo. Solo en el tema laboral los empresarios nos encontramos lidiando con: (1) las excesivas multas por infracciones laborales que mantendrán la burocracia de la nueva Sunafil; (2) las inflexibles formalidades que impiden a las pequeñas empresas cumplir con la Ley de Seguridad y Salud en el Trabajo; (3) un proyecto de la Ley General del Trabajo que de aprobarse tal como está no alentará la creación de nuevos puestos de trabajo; (4) un seguro social, EsSalud, que si bien es pagado por empresarios y trabajadores, aún no se reorganiza para beneficio de estos últimos y busca elevar la tasa para los primeros, todo ello en medio de (5) una frondosa legislación laboral que genera distorsiones en su aplicación y motiva la aplicación de multas discrecionales. Lo señalado no es una perspectiva desorientada. Por ejemplo, Pedro Morales Corrales, miembro de la Comisión Consultiva de Trabajo del Ministerio de Trabajo, señaló que se necesita inspección capacitada, pues su poder es casi de Dios, dado que depende de él usar criterios de razonabilidad y proporcionalidad o los antecedentes del empleador, al imponer multas. Hoy la puerta está abierta. Los empresarios hemos entregado propuestas concretas, y esperamos la respuesta –no política, dado que este es un asunto económico- de las autoridades para poder apagar esta luz ámbar y volver a prender la verde, sostuvo Samuel Gleiser Katz, PRESIDENTE DE LA CC L.