El Perú tiene una doble tradición que data de milenios como país agrario y minero. Así lo prueban los testimonios arqueológicos, los que, a su vez, constituyen hoy otro tesoro que define nuestra identidad de nación líder en plena era global. Allí están, como una deslumbrante vitrina, las filigranas doradas y plateadas labradas por los antiguos peruanos y la admirable ingeniería de los andenes con sus sistemas hidráulicos. Cierto es que durante la Colonia, por siglos, España construyó una economía basada en la explotación del oro y la plata, pero aún en esa coyuntura geoeconómica no se descuidó la agricultura, para cuyo objetivo se instalaron los "obrajes", claro está, en un régimen feudal, injusto, que ocasionó grandes daños a la población nativa. Otra verdad histórica es que, a través de todos los tiempos, el Perú mantiene su tradición agraria y minera.En el tiempo actual, en el que el gobierno del presidente de la República, Ollanta Humala Tasso, ha decidido dar la batalla definitiva contra la pobreza y la extrema pobreza, para cerrar la brecha de las desigualdades entre compatriotas, la minería y la agricultura siguen siendo las piedras angulares de nuestro proyecto nacional de desarrollo sostenible y equitativo.Habida cuenta que en el futuro mediato y en el largo aliento, nuestro país confronta el desafío de dar el gran salto de la industrialización, la innovación tecnológica y la alta competitividad, por ahora, necesitamos perentoriamente atraer más inversiones en la minería extractiva y la producción agroexportadora.¿Son disímiles, excluyentes e incompatibles ambas actividades productivas porque estarían de por medio daños irreversibles contra el medioambiente?La experiencia demuestra que no. Porque ahora existen nuevos criterios y se han establecido estándares internacionales para desarrollar actividades extractivas con responsabilidad ambiental y social, de parte de los inversionistas mineros, de modo que se pueda garantizar el cuidado del agua desde sus vertientes originales, así como la protección de pastizales, bosques y la tierra misma. Esta nueva minería es la que impulsa el Gobierno, la que ha sido aceptada por los grandes inversionistas extranjeros y peruanos, como lo demuestran los nuevos proyectos que se perfilan para este y los próximos años. En este contexto, el problema de Conga ha devenido en un episodio negativo y lamentable, mas, en contraste, están otros grandes proyectos mineros que prosperan con el consenso de la población involucrada, las autoridades regionales y locales, así como del Ejecutivo y las empresas inversionistas.Esta realidad ha sido subrayada, este fin de semana, por el ministro de Agricultura, Milton von Hesse, quien aseguró que el Estado está demostrando que tanto la minería como la agricultura "pueden convivir perfectamente", mediante una nueva política que, a la vez, permitirá solucionar los conflictos sociales. Explicó que su portafolio suscribió un convenio con el Ministerio de Energía y Minas (MEM) para desarrollar un programa de convivencia entre ambas actividades en zonas de influencia minera. "Vamos a hacer que las inversiones del sector privado sean también complementadas y uniformizadas con una visión de desarrollo agrícola, en un ámbito local donde se desarrolle la minería", explicó el titular de Agricultura. En esta coyuntura, crucial para el futuro de la nación, no debemos perder de vista nuestras grandes metas mineras y agrícolas. En lo que respecta a la minería, se prevé que las exportaciones llegarán a 30,000 millones de dólares el 2013 y que el Perú está en camino de ser el primer productor de cobre en el mundo."El Gobierno busca que las inversiones del sector privado sean complementadas y uniformizadas con una visión de desarrollo agrícola, en un ámbito local donde se desarrolle la minería."