El canon, probablemente uno de los instrumentos de política pública redistributiva más creativos e importantes del país, es también uno de los más inequitativos. Así, el Estado ha creado una figura que en el caso de los recursos naturales, que como lo señala la Constitución son de la nación, hace que la mitad del impuesto a la renta que se percibe por la explotación de los mismos regrese a la zona productora de los mismos. Ello con la lógica de que dicha zona crezca, se desarrolle y sus pobladores tengan una mejor calidad de vida. Además, subyace a ello que si una población va a ser beneficiada directamente con la mitad de lo que recibe el Estado por impuesto a la renta, debería sentirse que también participa en los beneficios de la industria extractiva y, por ende, apoyar su desarrollo.Pero, como siempre, como el trabajo lo hacemos a medias, esta política pública que únicamente existe en el Perú (hay otros países que tienen "canon", pero no es el mismo concepto) ha pasado de ser una buena idea a establecerse como una práctica perversa que no solamente nos vuelve inequitativos, sino que crea regiones ricas con pésima gestión, lo que hace que muchos lugares sean ricos pero con poblaciones que no tienen ni siquiera servicios básicos satisfechos.El ejemplo que nos ponemos cuando queremos explicar este despropósito es Echarate, uno de los nueve distritos de La Convención que es el municipio más rico del país producto de todo el dinero que recibe de la explotación del gas de Camisea. Desafortunadamente, sus 50,000 habitantes son famosos últimamente por los ataques subversivos a sus poblados, como Kiteni y el propio Kepashiato. Con 7 piscinas, sus pobladores pueden nadar en ellas, pero cuando llegan a sus casas no tienen ni agua ni desagüe. Tienen otros servicios muy restringidos y desde hace años piden colegio, centro médico y una comisaría. Zona de tránsito de la droga, es además una población que muchas veces ha tenido que ser parte del circuito del narcotráfico, sin quererlo.Hoy, el alcalde de Echarate, José Ríos, nos sorprende con un plan de desarrollo concertado que ha realizado en su localidad definiendo, con el apoyo de ESAN, cuáles son los proyectos que realizará en los años que vienen para mejorar la vida de sus pobladores. Sus planes incluyen la inversión hasta el año 2021 de S/.10,000 millones en proyectos que cambiarán la vida de ese distrito, esperemos, solucionando para siempre las necesidades de su población. Solo este año, Echarate manejará entre 900 y 1000 millones de soles, siendo el municipio más rico del Perú y, por ende, sus habitantes deberían tener, cuando menos, servicios públicos de primera.Sigamos el desarrollo de Echarate, y si todo sale bien, quizá debamos replicarlo en otras poblaciones para que el canon deje de ser el enemigo del desarrollo de los pueblos para volverse lo que se soñó con su concepción: el motor que logrará el cambio en la vida de aquellos que habitan los centros donde se desarrollan las industrias extractivas, afirma Cecilia Blume.