Por el lado de los ingresos fiscales hay que dejar de abusar de los consumidores. Hace años que el Estado recauda aranceles y derechos variables sobre los alimentos importados aplicando unas franjas de precios sobreproteccionistas, privilegiando a los acopiadores y a los medianos agricultores a costa de los consumidores. Habría que reemplazar la protección agraria por la investigación genética y la asistencia técnica. Al incrementarse la productividad del agro, a la larga aumentaría la recaudación fiscal. El Impuesto a la Renta en el 2005 constituye 25% y el IGV e ISC constituyen 59% de los tributos totales. El 68% del IR lo pagan las empresas y 32% las personas naturales. El 62% del IGV e ISC se genera en el mercado interno y 38% en el comercio exterior. Sólo diez por ciento de las empresas son formales, por tanto ampliar la base tributaria empresarial es vital. ¿Cómo hacerlo? Bajar la valla del costo de generar empleo formal resulta clave, pues no sólo se ampliaría la base al formalizarse las Mypes, sino que también podrían crecer las empresas formales, que al mejorar sus resultados pagarían más impuestos. El costo y tiempo para abrir una empresa debieran minimizarse simplificando trámites.Los tributos aduaneros son 31% de la recaudación total. Las aduanas necesitan modernizarse y facilitar el flujo comercial (porque el tiempo requerido para pasar la Aduana es un costo). Sería interesante eliminar el contacto humano para el pago de estos tributos, poniendo en marcha la aduana virtual, bajando la posibilidad de corrupción mientras se elimina discrecionalidad. Se podría tercerizar la supervisión física de mercaderías, manteniendo en el ámbito directo de Sunad la recaudación solamente. Para incrementar la recaudación aduanera habría que bajar aranceles, promoviendo mayor competitividad y actividad económica. Debiera bajarse el promedio arancelario a 8% inmediatamente, y luego progresivamente a 4% promedio en cuatro años, al ritmo de 1% de reducción progresiva anual en el promedio arancelario, minimizando la dispersión. Resulta fundamental mantener predictibilidad y estabilidad en las normas sobre política tributaria. En cuanto al gasto fiscal, hay que terminar con el populismo fiscal de los políticos y del Congreso. Sería ejemplar eliminar las exoneraciones tributarias regionales, reemplazándolas por subsidios directos.En el 2004 el gasto público fue de 50,000 millones de soles, incluido endeudamiento. De cada diez soles de gasto público, seis soles fueron a gasto corriente no financiero (planillas, etc.), tres soles a servicio de deuda, y un sol a infraestructura. Se debiera tender en tres años hacia un objetivo tal como cinco soles a gasto corriente no financiero, dos soles a servicio de deuda, 2.50 soles a infraestructura, y 0.50 soles a investigación y desarrollo. Se necesitaría fijar como tope a los gastos de administración de programas sociales, por ejemplo, 10% de lo presupuestado en cada programa. Sería bueno combinar gasto público en mantenimiento de infraestructura con concesiones para habilitar nueva infraestructura. Resulta novedoso destinar 5% del gasto a investigación y desarrollo; esto representaría 1% del PBI, y un enorme salto cualitativo para el Perú. Reasignar el gasto público implica, antes que reducir personal estatal, destinar el incremento de la recaudación de una nueva manera. Mejorar la calidad del gasto público es la equidad, dentro del paradigma de crecer con equidad, señaló Gonzalo Prialé.