PERSPECTIVA. Los analistas han calificado este año como "bueno" y el Gobierno ha evitado los triunfalismos que eran usuales años atrás. Hay que destacar, aunque suene repetitivo, el mantenimiento de los fundamentos del programa económico, lo que ha asegurado la estabilidad de las cuentas macro en un año en el que la crisis internacional siguió afectando a las grandes potencias. En ese contexto, nuestras exportaciones de materias primas acusaron el golpe y si algo hay que criticar es la tardía reacción del MEF y del Mincetur para mejorar las condiciones de competitividad de los productos que se envían al extranjero. La revaluación del sol frente al dólar fue otra piedra en el camino del programa económico, sobre todo para el BCR - aunque sus intentos para evitar la volatilidad del tipo de cambio han incrementado su posición de cambio -, pero afortunadamente la inflación no provocó tantos dolores de cabeza. A destacar los esfuerzos por impulsar la competencia en el Sistema Privado de Pensiones, algo que a pesar de los intentos, no se consigue con la banca. En suma, el 2012 pasará a la historia como un año "normal" en el que la coyuntura, nuevamente, le ganó el pulso al largo plazo. La agenda para el futuro sigue sin ser tomada en cuenta y los problemas estructurales son tantos que es fácil comenzar a enumerarlos: la capacidad de gasto del Estado no mejora - hacerlo a la velocidad de la luz al final del año no es síntoma de eficiencia -, el MEF no brinda capacitación óptima a los gobiernos regionales y locales en temas como ejecución presupuestaria, y tampoco suele pronunciarse cuando las autoridades regionales solicitan ayuda para atraer inversión privada. La poca atención que recibieron las concesiones de infraestructura, que parecen tan estancadas como siempre, también es signo de que el corto plazo ocupa más tiempo en las agendas gubernamentales. Y si nos ponemos a pensar en temas como educación, salud, seguridad, discriminación o distribución del ingreso, concluiremos que este año el avance ha sido lento, que se continúa ignorando que desarrollo socioeconómico no equivale a crecimiento del PBI, pese a que las condiciones estuvieron dadas para que el 2012 marque el inicio de la reestructuración del Estado peruano.