OTRO GASODUCTO. Con el lanzamiento del nuevo proyecto Gasoducto Sur Peruano (GSP) por el Gobierno, se enmiendan parcialmente algunos errores. Por ejemplo, ahora se va a convocar a una licitación internacional, lo cual hace más transparente el proceso. También se entendió que no tenía sentido un etanoducto por la costa como planteaba un proyecto anterior del Gobierno. Sin embargo, subsisten algunos cuestionamientos que deberían ser absueltos antes de emprender este proyecto que se requiere para la estabilidad y seguridad energética como para desarrollar el sur del país. El más importante es que persiste la falta de una política clara de desarrollo energético dentro de la cual se enmarque este proyecto y otros, lo cual permitiría trazar un horizonte a corto, mediano y largo plazo. Por otro lado, se siguen anunciando plazos que después no se cumplen, lo cual tiende a matar los proyectos porque deterioran la credibilidad en las decisiones. Para que el gas llegue al sur se necesitará más tiempo que el anunciado por el Gobierno (tres años), ya que armar el proceso de licitación pública no es sencillo, sobre todo si se quiere atraer a operadores de talla internacional. Además, su construcción tomaría, trabajando de manera eficiente, tres o cuatro años, y el estudio de impacto ambiental 18 meses más (según lo señalado por el experto mundial en la materia). Se cuestionaba el aval (crédito puente) del Estado para poner a andar el proyecto de Kuntur del gasoducto sur andino, pero el nuevo proyecto también va a gozar de garantías del Estado (o de todos los peruanos): la garantía de red principal, que implica un aumento en las tarifas eléctricas; contratos de suministro de gas (take or pay) en Ilo suscritos por Electroperú, y un aporte de Petroperú de US$ 400 millones para el polo petroquímico. En realidad, no había otra forma de acelerar la construcción del gasoducto al sur sin contar con el apoyo estatal, dadas las limitaciones iniciales de la demanda y la lentitud en la certificación de nuevas reservas de gas. Consideramos que todavía se está a tiempo para mejorar el proyecto del gasoducto al sur y para aprovechar lo ya avanzado desde el 2008, a menos que se quiera perder otros cinco años.