No podemos asegurar que Alan García sea capaz de remontar la enorme desconfianza que aún despierta en la población. Conocemos de su gran capacidad política en campañas electorales, pero la elección venidera es la primera en la que enfrentará directamente los anticuerpos generados por su gobierno (el 2001 la ciudadanía no tuvo tiempo de recordar).No obstante ello, sus dichos y actos sí revelan un cambio sustantivo en su manera de pensar. Por lo pronto, es el único candidato que hasta el momento toma en serio la amenaza de que el Perú vote por el abismo el próximo año y su diagnóstico de solución -ratificado ayer en la CADE- es acertado: hay que reconstruir el sistema político -es decir, el Estado- para lograr eliminar la fractura social que hoy permite crecimientos políticos como el de Ollanta Humala.Se necesita Estado. Y autoridad. No hay democracia posible en una sociedad como la peruana que se pueda construir sólo con la "mano invisible" del mercado. Mucho menos con un Estado interventor y populista, queda sentado. Eso, al menos en el discurso, lo tiene claro el líder aprista, que hoy pide una nueva oportunidad al país.Fuera de que se le crea o no, lo cierto es que resulta a todas luces saludable que el debate político encuentre en uno de sus representantes inteligencia para entender el problema que se tiene entre manos y piense soluciones para resolverlo.Quienes creen que la frontera sur del Perú es el balneario de Asia o quienes parecen asumir que los votantes se hallan representados en las páginas de sociales, creen que Humala es un disparate sin explicación.No puede dejar de aplaudirse, por ello, que parte de la clase política (hoy hablamos de Alan García, pero no dudamos que Lourdes Flores sabrá ponerse a la altura de las circunstancias) entienda el mensaje invalidatorio que la mayoría del país le envía.Hoy a través de Humala, mañana a través de cualquier otra expresión, inclusive -no lo deseamos- de violencia abierta. Sin esa toma de conciencia no sería posible un cambio real en la manera tradicional de hacer política que el país en pleno rechaza, señala el director de La Primera, Juan Carlos Tafur.