Ya es un lugar común escuchar que el Perú se encuentra en los últimos lugares en cuanto al gasto en ciencia y tecnología en la región y que esto puede convertirse en un factor limitante para el crecimiento en el futuro. Al respecto, existe ya una corriente a favor de que el Estado -y el sector privado- aumenten el gasto en este rubro tan importante.Pero lo que la mayoría de personas no sabe es que las municipalidades y gobiernos regionales no son los únicos beneficiarios del canon. Un 5% de estos recursos son distribuidos a las universidades nacionales que se encuentran ubicadas en los departamentos en los cuales se extraen los recursos naturales. De esta manera, existen recursos para gastar en lo que necesitamos, pero no se utilizan. ¿Este es un ejemplo más de la ineficiencia del Estado peruano? Miremos en detalle algunas cifras. Entre los años 2004 y 2011 las universidades beneficiarias de estos recursos han recibido S/. 2,083.9 millones y solo habrían gastado S/. 387.7 millones. Ello representa un ratio de ejecución de 18.6%. El saldo por ejecutar es de S/. 1,696.4 millones. Son 37 universidades las que reciben canon y los ratios de ejecución son variados, donde los que reciben menos son aquellos que ejecutan mejor. Ello no necesariamente implica que aquellos que reciben más son más ineficientes porque los ratios -a los que todos los políticos y analistas prestan atención- esconden ciertas historias que a veces no entendemos. La aparición del canon ha hecho que los ingresos de algunas municipalidades y universidades crezcan considerablemente. Y muchas de ellas han incrementado su gasto de manera significativa duplicando o triplicando su ejecución en términos reales. El problema es que los ingresos han aumentado mucho más que eso, por lo que cualquier esfuerzo aparecerá como insuficiente.Volviendo a las universidades, el poco ratio de ejecución tiene varias explicaciones, algunas de ellas vinculadas a la normatividad existente. Por ejemplo, si un docente quiere realizar una investigación no se puede asignar una remuneración extra por realizar esta investigación, por lo cual el incentivo desaparece. Pensemos si algún premio nobel hubiera realizado investigaciones si no contó con financiamiento tanto para él como para los materiales que necesitaba. En el caso peruano solo se podrían financiar los materiales pero no a quien dirige la investigación. La pregunta que sigue es ¿por qué existe esta regulación? Y la respuesta es por desconfianza. Esta desconfianza se basa en que existe la posibilidad de que los docentes de estas universidades vean el uso del canon como un camino fácil para aumentarse los salarios diciendo que realizan investigaciones que son ficticias. Como vemos hay argumentos desde ambos lados, pero el resultado concreto es que existen recursos no utilizados para fines que son una prioridad nacional, afirma Carlos Casas Tragodara, jefe del Departamento de Economía de la Universidad del Pacífico.