PROTAGONISMO. Los políticos tienen que convencerse de que el principal papel de la buena prensa es advertir lo malo, señalar lo incorrecto y proponer, entrevistando a entendidos, salidas a los problemas. El papel de la buena prensa no es respaldar, sino difundir lo acertado y lo desacertado. Como esa es su función, tiene que resaltar, por ejemplo, la lucha de las Fuerzas Armadas contra los terroristas, pero también tiene que cuestionar los excesos que se pueden cometer en ese cometido. El objetivo, como se entenderá, es difundir los errores para que sean corregidos inmediatamente, y así evitar que la población se llene de controversias y dudas, como sucedió en el pasado. En consecuencia, no se critica el combate al terrorismo, sino el uso político que se le puede dar. Lo mismo sucede con el papel que está desempeñando la esposa del presidente de la República. La señora Nadine Heredia cada vez se expone más, tal como si fuera una funcionaria designada formalmente o una autoridad elegida por voto popular.Creemos que su protagonismo es demasiado alto, tanto que el primer ministro, el actual y su antecesor, quedan en segundo plano. Si no es así, intente recordar qué fue lo último trascendente que dijo Juan Jiménez Mayor. Si no logran hacerlo, recuerde cuáles fueron las últimas declaraciones de la primera dama. Es importante anotar que ambos se reunieron ayer con la prensa, pero que fue la primera dama la que logró más titulares. En otras palabras, el problema no son los "opinólogos", como irónicamente ha llamado el presidente a los que cumpliendo su papel advierten los errores, sino la persistencia de los políticos de no percatarse de que están actuando mal. En este caso, bien valdría seguir al pie de la letra el consejo de los gringos: "Show don’t tell" (no lo diga, muéstrelo), lo que vale decir que si es necesario estar un paso atrás del presidente de la República, pues que lo haga, pero también debe estar un paso atrás del primer ministro y de los otros funcionarios de alto rango.