La enorme chimenea gobierna el paisaje y el aire de La Oroya desde 1922. Se la ve desde cualquier lado, pero cada vez es más difícil fotografiarla. Los pobladores que defienden la reanudación de las operaciones del complejo metalúrgico desconfían y salen al acecho del extraño visitante: "¿Para qué toma fotos? ¿Qué van a decir, que hay contaminación y otra vez nos dejarán sin empleo?", grita una mujer en la zona más alta de La Oroya Antigua. Son las 2 de la tarde del último jueves y de la vieja chimenea escapa una columna de humo blanco. La Dirección General de Salud Ambiental (Digesa) ha alertado que desde que se reanudaron las operaciones -el pasado 29 de julio- se han reportado ya tres situaciones de emergencia, siete de peligro y 15 de cuidado. La última semana antes de la Junta de Acreedores, la liquidadora Right Business apago los monitores de gases y dejo de reportar a DIGESA ante la evidencia que los gases excedían los límites permitidos por ley.El estado de alerta advierte los altos niveles de concentración de gases que pueden causar daños en la salud de las personas. Según la Digesa, en La Oroya, entre el 1 y el 24 de agosto, los valores del dióxido de azufre superaron -al menos durante 10 días- los estándares de calidad ambiental del aire, que establece un promedio máximo de 80 microgramos por metro cúbico (ug/m3) cada 24 horas.La pésima calidad del aire no es un tema reciente en La Oroya, la ciudad que Doe Run Perú (DRP, ex administradora del complejo) convirtió en la quinta más contaminada del mundo: la presencia de plomo en la sangre de la mayoría de su población supera los límites máximos recomendados por la Organización Mundial de la Salud.(Edición domingo).