LA CIENCIA DE LA AYUDA
22 de agosto de 2012

Pensión 65 no tiene aún un año de creado y, como hemos podido ver gracias a la denuncia televisiva de "Cuarto poder", luce ya una serie de huecos por los que chorrean los recursos con los que supuestamente tendría que beneficiar a los ancianos en pobreza extrema. Así, hemos visto cómo personas que son propietarias de parcelas y negocios o que tienen casas con agua, luz, teléfono y cable han sido inscritas como beneficiarias del programa y reciben mensualmente las pensiones que tendrían que servir para dar alguna calidad de vida a ancianos que no pueden siquiera procurarse el mínimo de ingesta calórica que necesita una persona al día. De hecho, según la denuncia, solo el 5% de los beneficiarios de Pensión 65 en la provincia limeña de Supe califica para serlo. Incluso el suegro del señor alcalde de esa municipalidad, aprovechando acaso que son los gobiernos locales los encargados de elaborar las listas de los beneficiarios de Pensión 65, es un beneficiario del programa. Después de todo, según ha explicado, su yerno "no siempre va a ser alcalde" y hay que asegurarse.La denuncia, desde luego, es escandalosa: ¡una casa tan nueva como la de Pensión 65 ya está siendo comida por las termitas! Sin embargo, no tendría por qué sorprender a nadie. Hace tiempo que se sabe que nuestros programas sociales están llenos de filtraciones (recursos dirigidos a quienes no califican para ser beneficiarios de los programas). Sea por corrupción, por clientelismo político, por simple nepotismo o amiguismo, o por ineficiencia monda y lironda, hacen llegar gran parte de sus beneficios a personas que no son aquellas para las que fueron creados, dejando a estas últimas sin los recursos que necesitan para satisfacer necesidades básicas. Por ejemplo, según cifras elaboradas por el Instituto Peruano de Economía (IPE), en el 2007, los programas del Vaso de Leche, de comedores y los destinados a la alimentación escolar, tenían filtraciones de 43,6%, 46,2% y 35,5%, respectivamente. Dos años después, las filtraciones fueron de 51%, 48,1% y 49%: solo habían aumentado, en todos los casos.No en vano declaraba hace poco el ministro de Economía que pese a que en los últimos diez años el presupuesto dedicado a los programas sociales se ha triplicado (para llegar a los S/.45 mil millones anuales) los indicadores sociales relacionados con estos programas no solo no han mejorado en la misma proporción, sino que en muchos casos ni siquiera se han movido. Lo que prueba, una vez más, lo poco para lo que sirve el dinero cuando no hay capacidad de gestión.No la tiene fácil la ministra Trivelli. Los programas sociales son, casi por definición, la presa ideal de todo tipo de piratas. Después de todo, al final del camino, más allá de las diferentes formas que tomen, se trata siempre de políticos (aunque empleen técnicos) regalando dinero de terceros (los contribuyentes). Por otro lado, sus destinatarios suelen ser personas sin poder, sin tribuna y sin mayores posibilidades de hacer valer un derecho que, por lo demás, muchas veces no conocen. En suma: el escenario ideal para el crimen perfecto.Los programas sociales, sin embargo, y desde luego, son claves ahí donde hay pobreza. De nada sirve a quienes no pueden satisfacer sus necesidades básicas saber que, si las políticas correctas se siguen aplicando, tarde o temprano les llegará el crecimiento, si ese "tarde o temprano" puede llegar cuando ellos ya no estén. Por otra parte, pierde mucho de su bondad ese "crecimiento" cuando hay personas que no tienen los mínimos -por ejemplo, de nutrición, de salud, de educación- indispensables para aprovechar las oportunidades que este crea.Pero esto último no está en discusión. Lo que está por verse es cómo hacer para que todo ese dinero empiece a cumplir su cometido pese a todos los incentivos perversos que giran alrededor de él. Así, pues, el tema de los programas sociales, más que una prueba para la capacidad de solidaridad de nuestra sociedad, lo es para su inteligencia y su habilidad gerencial -o, más precisamente, para la del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social-. No es un peso ligero, pero si logra levantarlo, será mucho lo que todos le debamos a la señora Trivelli.

  • [El Comercio,Pág. A 18]
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