DESPLEGAR LAS VELAS
17 de agosto de 2012

Impresiona lo que el Perú ha avanzado en los últimos años. Asombran las dimensiones en que se está reduciendo la pobreza, en que se están multiplicando las oportunidades, en que han dejado de emigrar nuestros compatriotas. Sin embargo, son por lo menos igual de impactantes -aunque no se mencionen tanto- todos los kilómetros que no hemos avanzado, habiendo podido hacerlo. En otras palabras, llama la atención cómo llegamos hasta aquí con las velas a medio desplegar, dejando pasar hacia otros barcos, o hacia la nada, una gran cantidad de buen viento que hubiéramos podido aprovechar.En efecto, ¿cuánto más ahorro interno y externo y cuánta más creatividad y empuje empresarial se hubieran convertido en proyectos productivos en el Perú si nuestro destino político no fuese a menudo tan extremadamente impredecible (para muestra, las últimas elecciones) y si nuestro marco jurídico no tuviese tan dudosa vigencia (como en el caso Conga o, más en general, como en nuestro Poder Judicial)? ¿Y si no fuésemos uno de los veinte países con mayor rigidez laboral en el mundo? ¿Y si no perpetuásemos el severo déficit de infraestructura congelando periódicamente los procesos de concesiones, basados únicamente en intereses clientelistas y taras ideológicas? ¿Y si no fuésemos uno de los países con más barreras burocráticas en el mundo? ¿Y si no fueran tantas otras las cosas que hacen que seamos un país favorable a la inversión solo en términos relativos? Todo esto significa un desperdicio y es una mala noticia, naturalmente, sobre todo, para quienes pierden así -con todos las inversiones que nunca llegan a ser- oportunidades para salir más rápido de la pobreza. Por eso es tan preocupante cuando las pocas iniciativas que nos atrevemos a concebir para desplegar más nuestras velas duermen el sueño de los justos (que es, en realidad, el de los injustos), corriendo el riesgo, tantas veces concretado, de acabar olvidadas en algún cajón. Pues bien, este último sería el caso, ha denunciado Cómex-Perú, de los proyectos estatales existentes para que una serie de trámites burocráticos básicos, como los de licencia de funcionamiento y los de constitución de empresas, puedan realizarse por Internet (y, por lo tanto, de manera más rápida y menos costosa). Según parece, la difícil puesta en práctica del actual reglamento sobre “firmas y certificados digitales” está trabando todos los cambios programados, mientras que el proyecto de decreto supremo que elaboró el Consejo Nacional de la Competitividad para reemplazar esta norma y simplificar sus requerimientos continúa a la espera de las aprobaciones necesarias.No es poco lo que perdemos en generación de riqueza a causa de estos trámites. Para decirlo en los términos de nuestra metáfora, tendríamos mucho más metros de vela desplegada -y captaríamos, por tanto, mucho más "viento" de inversión e iniciativa empresarial- si, por ejemplo, nuestros trámites para iniciar un negocio no costasen y demorasen alrededor del doble que los del promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y, más relevantemente aún, si no tardasen el doble que los de Colombia y casi cuatro veces más que los de Chile. Y cuidado que el problema no es que exijamos más porque seamos más responsables con los derechos de terceros: los de la OCDE son los 34 países más desarrollados del mundo.Se puede medir, de hecho, cuánto perdemos cada año solo por el tema de las trabas burocráticas. Sin ir más lejos, a mediados de este año el Indecopi mostró un estudio en el que calculaba que el Perú perdía más de S/.4.000 millones al año a causa de las barreras que existen para poner un negocio en el país. Un monto que equivale a 1,1% del PBI y a más de 15 veces el presupuesto anual de Pensión 65, más de 21 veces el de Cuna Más y más de cuatro veces los de Juntos y el Pronaa.El Perú ha avanzado mucho, pero sigue teniendo un 27% de personas que viven en la pobreza. Basta este dato para que dejar de hacer todo lo que está en nuestras manos a fin de captar la mayor cantidad de inversión posible sea más que una negligencia, una inmoralidad. La reforma del reglamento de certificados y firmas electrónicas, y la subsiguiente aprobación de los proyectos de trámites electrónicos que están en espera deben darse. Eso nos acercaría más a la única forma en que debería ser posible para nosotros avanzar con tranquilidad de conciencia: a toda vela.

  • [El Comercio,Pág. A 20]
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