El Poder Ejecutivo ha presentado un proyecto de ley para que Petro-Perú invierta en la construcción de un ducto de etano con el fin de desarrollar un polo petroquímico en el sur. Para obtener los recursos que necesitaría la petrolera estatal a fin de embarcarse en esta empresa, el Ministerio de Economía emitiría, de aprobarse la iniciativa, bonos soberanos que financiarían un aumento de capital de US$400 millones.Parafraseando lo que dijo hace un tiempo nuestro columnista Richard Webb en esta misma página, si aparece en las noticias que "el gobierno colocó bonos soberanos por US$400 millones", deberíamos reemplazar esas palabras por "el gobierno endeudó a todos los peruanos por US$400 millones". Y es que, al emitir bonos soberanos, el Estado obtiene dinero a cambio de pagar la deuda y sus intereses con garantía en recursos del fisco. Es decir, garantizados por todos los contribuyentes.Ya que el gobierno ha decidido endeudar a todos los peruanos, vale la pena analizar si, por lo menos, tuvo la previsión de analizar lo que tiene en cuenta cualquier persona responsable antes de endeudarse. Para empezar, una persona diligente no se endeudaría para meterse a un negocio sobre el que no tiene ninguna experiencia. Olvidando esto, el gobierno nos quiere endeudar para que Petro-Perú, una empresa de refinación, se dedique a la construcción de infraestructura de transporte de etano, un giro absolutamente distinto sobre el que no tiene ‘know-how’. La gente responsable, además, no se endeuda para financiar algo que no necesita (especialmente si no le sobra el dinero como a la mayoría de peruanos). ¿Necesitamos que Petro-Perú construya el ducto de etano? No, porque tranquilamente lo podría hacer un privado, que incluso quizá lo haría a un menor costo. Este endeudamiento forzado, entonces, nos hace perder la posibilidad de usar nuestros recursos para satisfacer necesidades reales y urgentes.Finalmente, un ciudadano cuidadoso no se endeudaría para aventurarse en un negocio ilícito. El gobierno, sin embargo, nos quiere endeudar a todos para que Petro-Perú realice una actividad prohibida, pues el artículo 60 de la Constitución establece que las empresas estatales solo están autorizadas a ingresar en aquellos mercados donde no haya empresas privadas interesadas en cubrir la demanda. Esto no solo sería inconstitucional y un pésimo ejemplo para todos los ciudadanos a los que el Gobierno les pide que cumplan las leyes. Además, sería absurdamente arriesgado, pues un competidor privado podría denunciar el actuar ilegal de Petro-Perú y detener así sus operaciones (salvo, por supuesto, que el gobierno cuente con torcer la ley a su favor si esto sucede). Por eso, lo que quiere hacer el gobierno equivale a endeudarnos para abrir una bodega en un lugar donde está prohibido este tipo de negocio y sabiendo que, eventualmente, la municipalidad podrá clausurar el local.Como si no fuese bastante malo hacernos socios involuntarios de un negocio del que ningún individuo responsable participaría libremente, al gobierno tampoco parece importarle vendernos un doble discurso. Por un lado, hasta hace un tiempo, cada vez que se quería defender la expansión de Petro-Perú, argumentaba que no pondría en riesgo el dinero del fisco, pues las nuevas actividades se financiarían con recursos de la propia empresa. Nosotros advertimos que eso no sería posible y ahora confirmamos era falso. Por otro lado, hace no mucho el gobierno se insistía en que no se incursionaría en negocios riesgosos. Hoy, no obstante, nos sorprenden a todos anunciando que la petrolera se dedicará a la construcción de infraestructura para la que no tiene experiencia, negocio cuyo éxito se revela aun más incierto cuando se advierte que Petro-Perú lleva años de atraso en la modernización de la refinería de Talara (es decir, en el desarrollo de infraestructura para el rubro en el que supuestamente es experto).Freud pensaba que toda persona experimenta dos tipos de deseos contrapuestos: el Eros, la necesidad de experimentar la vida, y el Tánatos, el impulso de buscar la muerte. Este último, según el padre del psicoanálisis, explica que la gente tome riesgos absurdos y realice actos autodestructivos. Luego de analizar el proyecto de ley del Ejecutivo, queda claro que no es necesario lanzar a su autor al diván de un psicoanalista para saber qué deseo prima en su inconsciente.