EL HORIZONTE QUE RECLAMA LA JUVENTUD
21 de noviembre de 2005

Ironía patética. El 40% del electorado peruano es joven y en sus manos estará la elección del próximo presidente del Perú. Pero si de ellos dependiera, no votarían por ningún político en los comicios del 2006 porque no creen ni confían en sus promesas.El desencanto deambula en los estratos jóvenes y lo peor es que los partidos y movimientos parecen no valorar la trascendencia de esta apatía en quienes, hoy más que nunca, representan el futuro del país. Como ha informado ayer nuestro Diario, en su campaña Elecciones 2006. Usted Decide, dentro de 10 o 15 años habrá dos personas en edad de trabajar por cada niño o anciano, es decir, jóvenes cuyo aporte sería fundamental si son estimulados, apoyados y capacitados para contribuir a la reactivación que el país necesita.El tema es grave si se presta atención a sus demandas: trabajo digno y estable, educación y seguridad ciudadana. Se trata de exigencias, extendidas a otros grupos sociales, pero que en los jóvenes cobran particular dramatismo porque ellos son los más expuestos a los peores males y decepciones.En efecto, el 75% de la juventud peruana no está afiliado a ningún seguro de salud, más del 50% no tiene agua potable y la mitad se ubica entre los segmentos más pobres. De los siete millones de jóvenes entre los 15 y 29 años, dos millones no estudia. Aun más 79% trabaja en forma independiente (consecuencia de que 300 mil se integran cada año al sistema laboral).¿Qué hacer para salvar a los jóvenes y, sobre todo, devolverles la confianza en el futuro y en un horizonte realista y concreto? ¿O acaso queremos que se vayan del país, como ya lo hizo el 48% de ellos, obligados a migrar en busca de un trabajo o una esperanza? ¿Repetiremos lo que ha sucedido en los 80 y 90, cuando los más capacitados abandonaron el Perú? El siguiente paso es darles voz y presencia en los destinos de la democracia --en la que muchos no creen-- y en la política. Durante el fujimorismo muchos demostraron que no solo sabían marchar por las calles. Algunos formaron grupos para defender el Estado de derecho y presentaron propuestas. Hoy no reclaman un espacio, piden ganárselo. Quieren tener presencia en los partidos políticos, incluso en los más tradicionales, para conciliar propuestas, no recibir dádivas. ¿Les darán la oportunidad?